viernes, 5 de septiembre de 2008

DE LO MALO LO BUENO


En ocasiones cuestioné a mis padres, con rebeldía, con resentimiento y egoísmo.

De "lo malo" que yo sentí que se portaron conmigo. Recriminé el que me habían traído al mundo sin pensar en mí. Que no me agradó vivir sin mi padre, por una decisión unilateral de mi madre, culpándola de mi desdicha, criticando su persona, alejándome de ella, en cuanto pude hacerlo. Nunca pude mirar lo bueno, sólo mis carencias infantiles, las que me vivieron hasta los cuarenta años. Siempre pensé que ella, no había podido retener a mi padre, que no fue capaz de hacer a un lado su orgullo y su dignidad, para darme la figura paternal que tanto añoré.

Que "mala" mi madre. siempre exigente conmigo, jamás la vi flaquear, siempre entera, resuelta, me educó, con energía, con límites claros, principios y valores. Por supuesto no me importaron enojada como iba por la vida con ella. Salté las bardas, rompí los límites, me fui de casa a una edad en que aun necesitaba de ella.

De aquello, tan "malo", surgió lo bueno: Me hice responsable de mi vida, de mis estudios, de mis decisiones, de mis elecciones de pareja, de mis hijos. Ya tenía lo suficiente de mis padres y ni siquiera lo apreciaba. Lejos de casa, cuidaba más de mi persona, trabajé durante quince años en una institución y en la memoria se registran, mis comportamientos y educación recibida. Cocía mi ropa como mi madre, tejía y bordaba como la vi hacerlo, cocinaba como ella, tenía carácter fuerte y así me desempeñaba como madre, esposa y amiga...tal como mi madre. Mi voz era una réplica de ella, mis palabras de regaño para mis hijos, era un retrato de ella y no me daba cuenta.

Que bueno que de lo "malo" tenía lo bueno, y de lo bueno que me dio yo me había encargado de que fuera malo.

Mientras más me resistía a parecerme a mi madre, más me parecía, no del todo, pero casi igual.

Comprendí, que solo un trabajo terapéutico me ayudaría a salvaguardar lo que más amo en la vida, mis hijos. Y a través de 6 largos años, logré sustentar mi vida emocional truncada por mis creencias infantiles, asumiendo con más responsabilidad, que yo era una "víctima de victimas, mi madre, mi abuela y supongo que mi bisabuela también. Todas habíamos enfrentado un destino, y cada una lo hizo a su manera, con lo que tenía de mi educación me fue suficiente, fue lo adecuado, lo que yo tenía que vivir para resurgir de las cenizas. Los brillos de la vida los llevaba en el corazón grabados, nada ni nadie podría sustituir a los padres que me dieron la vida, la ausencia de mi padre dejó de ser vacío, me vi, de frente al espejo y pude apreciar, que tenía la mitad de cada uno, que siempre tuve a mi padre en mí y mi ceguera no lo veía.
Hoy por hoy, donde se encuentre le doy las gracias, sin su mitad, no tendría a mis tres maravillosos hijos. La novela que escribimos Gustavo y yo, es un poco mi autobiografía, eso, me liberó un poco de los demonios que llevaba dentro.
Hoy por hoy, tengo la tranquilidad de haber resuelto mis nudos emocionales.
De lo "malo" que viví, esta grandeza que me da tomar la vida como es, como me la dieron mis padres, como la he vivido, está bien.
De los "malo" lo bueno, no transferir mis emociones trastocadas a mis hijos, liberarlos de tanto dolor, de tanto resentimiento, de todo lo que no les toca, liberarlos de mis vacíos...Ellos tienen vivos a sus padres y yo, que soy su madre, me siento feliz y orgullosa de levantar la cara y decir...
estoy en paz con lo que me fue dado.
De lo "malo"...lo bueno que me da la vida. ¡Gracias a mis padres!