By: Trejo Fuentes, IgnacioPublication: Siempre!
Date: Sunday, April 2 2006
Un grupo de jóvenes preparatorianos de la Ciudad de México tiene problemas en su familia. Uno vive con su padrastro, otro ha dejado a su madre y vive con el padre; en sus casas hay alcoholismo, infidelidades, mucha violencia. Los muchachos y muchachas se refugian en la compañía
de los otros, en la escuela, en el rock and roll y en las fiestas para hacer más llevadera la situación. Supongo que se trata de gente de principios de este milenio, y son de clase media, si es que ésta todavía existe. Tal es la sustancia de A rienda suelta, escrita al alimón por Gustavo Sainz y Alma Lilia Joyner.
De entrada, no es posible saber qué partes escribió cada cual, porque si bien la prosa de Sainz, sus tics, son ya conocidos, se adivinan aquí sólo en algunos pasajes, mientras el resto suena a otras cosas: Les lo que corresponde a Joyner? El primero ya escribió, y muy bien, de los jóvenes, pero se trataba de los años sesenta, y desde hace décadas vive en Estados Unidos, por lo que me pregunto si conoce las actitudes, modos de vida y reacciones de los muchachos mexicanos de la actualidad. ¿Le ayudó en eso Alma Lilia? El resultado es una novela que se deja leer, pero que no aporta gran cosa a lo que sabemos de los adolescentes de cierto sector capitalino (no se comportan igual los de la colonia Guerreo que los de Coyoacán, los de Tepito que los de Polanco, los de Satélite que los de la Doctores). Vaya, ni siquiera son tan graves los problemas que enfrentan los protagonistas. Su adicción a las drogas, al sexo; su desprecio por las reglas y las formalidades se da casi en cada hogar de la metrópoli, sin que por eso se derrumbe el mundo. En todo caso, lo meritorio del libro es tratar de mostrar sus reacciones individuales y cotejarlas en consecuencia con las de otros adolescentes de otras familias y otras partes. ¿Reconozco, por ejemplo, a mi hijo de diecisiete años en alguno de los personajes? Sí y no, porque a pesar de que él vive con su madre y su hermana menor, los veo a menudo y nos llevamos más que bien: va a la preparatoria, juega futbol y trabaja en lo que puede. No fuma ni bebe ni se droga, así que creo que la ruptura de mi vínculo con su madre no ha sido tan catastrófico. Sé, en cambio, de casos mucho más serios a los que Sainz y Joyner no se acercan. Pero insisto en lo dicho: ellos retratan sólo una porción de los jóvenes con problemas familiares.
El estilo de la novela es ágil, mas de repente la trama adquiere tonos melodramáticos tipo telenovela, y le hecho la culpa a Alma Lilia, además del constante tono moralino que se desparrama por la obra. No es necesario hacer juicios, con mostrar las cosas basta para que el autor se dé idea de los conflictos que hay entre los chicos y sus padres. Creo que la novela se salva por la pericia narrativa, técnica de Sainz. Porque en lo personal no me dice gran cosa, y quizás ocurre porque desprecio a los psicoanalistas y a los curas y a toda la gente que trata de ayudar a los demás cuando es incapaz de hacerlo consigo mismo. A rienda suelta es una novela bien contada, divertida en partes y con cierta elaboración verbal, pero prevalece en ella el sesgo de los libros de autoayuda, y eso la demerita enormemente. Además, no entiendo las razones por las que se escribe todo en minúsculas: ¿se trata de reflejar la rebeldía de los jóvenes? Porque éstos, los de la novela, en realidad no tienen grandes problemas, son sólo los que ocurren hasta en las mejores familias. ¿O es para irse al infierno que a los hombres maduros y casados les gusten las jovencitas? ¿Que el papá sea borracho? ¿Dónde he visto eso, antes, dónde?
Alma Lilia Joyner y Gustavo Sainz, A rienda suelta. La Cuadrilla de la Langosta, México. 2005; 185pp.
La Cultura en México
Director: Ignacio Solares
Jefe de redacción: José Gordon
Redacción: Ricardo Muñoz Munguía
Correspondencia: laculturaenmexico@yahoo.com.mx
de los otros, en la escuela, en el rock and roll y en las fiestas para hacer más llevadera la situación. Supongo que se trata de gente de principios de este milenio, y son de clase media, si es que ésta todavía existe. Tal es la sustancia de A rienda suelta, escrita al alimón por Gustavo Sainz y Alma Lilia Joyner.
De entrada, no es posible saber qué partes escribió cada cual, porque si bien la prosa de Sainz, sus tics, son ya conocidos, se adivinan aquí sólo en algunos pasajes, mientras el resto suena a otras cosas: Les lo que corresponde a Joyner? El primero ya escribió, y muy bien, de los jóvenes, pero se trataba de los años sesenta, y desde hace décadas vive en Estados Unidos, por lo que me pregunto si conoce las actitudes, modos de vida y reacciones de los muchachos mexicanos de la actualidad. ¿Le ayudó en eso Alma Lilia? El resultado es una novela que se deja leer, pero que no aporta gran cosa a lo que sabemos de los adolescentes de cierto sector capitalino (no se comportan igual los de la colonia Guerreo que los de Coyoacán, los de Tepito que los de Polanco, los de Satélite que los de la Doctores). Vaya, ni siquiera son tan graves los problemas que enfrentan los protagonistas. Su adicción a las drogas, al sexo; su desprecio por las reglas y las formalidades se da casi en cada hogar de la metrópoli, sin que por eso se derrumbe el mundo. En todo caso, lo meritorio del libro es tratar de mostrar sus reacciones individuales y cotejarlas en consecuencia con las de otros adolescentes de otras familias y otras partes. ¿Reconozco, por ejemplo, a mi hijo de diecisiete años en alguno de los personajes? Sí y no, porque a pesar de que él vive con su madre y su hermana menor, los veo a menudo y nos llevamos más que bien: va a la preparatoria, juega futbol y trabaja en lo que puede. No fuma ni bebe ni se droga, así que creo que la ruptura de mi vínculo con su madre no ha sido tan catastrófico. Sé, en cambio, de casos mucho más serios a los que Sainz y Joyner no se acercan. Pero insisto en lo dicho: ellos retratan sólo una porción de los jóvenes con problemas familiares.
El estilo de la novela es ágil, mas de repente la trama adquiere tonos melodramáticos tipo telenovela, y le hecho la culpa a Alma Lilia, además del constante tono moralino que se desparrama por la obra. No es necesario hacer juicios, con mostrar las cosas basta para que el autor se dé idea de los conflictos que hay entre los chicos y sus padres. Creo que la novela se salva por la pericia narrativa, técnica de Sainz. Porque en lo personal no me dice gran cosa, y quizás ocurre porque desprecio a los psicoanalistas y a los curas y a toda la gente que trata de ayudar a los demás cuando es incapaz de hacerlo consigo mismo. A rienda suelta es una novela bien contada, divertida en partes y con cierta elaboración verbal, pero prevalece en ella el sesgo de los libros de autoayuda, y eso la demerita enormemente. Además, no entiendo las razones por las que se escribe todo en minúsculas: ¿se trata de reflejar la rebeldía de los jóvenes? Porque éstos, los de la novela, en realidad no tienen grandes problemas, son sólo los que ocurren hasta en las mejores familias. ¿O es para irse al infierno que a los hombres maduros y casados les gusten las jovencitas? ¿Que el papá sea borracho? ¿Dónde he visto eso, antes, dónde?
Alma Lilia Joyner y Gustavo Sainz, A rienda suelta. La Cuadrilla de la Langosta, México. 2005; 185pp.
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Redacción: Ricardo Muñoz Munguía
Correspondencia: laculturaenmexico@yahoo.com.mx
