FÁBRICA DE LETRAS.
REVISTA DÍ 1980
Por Alma Lilia Joyner
Hablaba.
Los ojos vitales como crisol. Contando las palabras, para evitar
descubrirse. Frente a él se desnudaba sin recelo. Era alto, rubio como
espiga de trigo. Tenía la piel suave como ella y miedo, mucho miedo
arrinconado en el alma.Solían tocarse. Lamer sedientos el sudor que los
excitaba. Cada caricia se convertía en prolongada sensación que no
reconocía el tiempo. Un sueño en la tarde o al despertar, la búsqueda
descubierta ignorando el televisor y las recomendaciones familiares. Dos
cuerpos ceñidos en un letargo.Hubo mucha curiosidad que aceptaban.
Ninguno quiso traducir su experiencia como un acto de amor. No era
necesario intelectualizar... los impulsos explorados adquirían otra
dimensión. No era pecado acariciarse, sentir la piel por un instante.
Después de todo, el suave palpitar agonizaría bajo el chorro de agua de
la regadera. Sus padres siempre les expresaron: "Para bajar la
temperatura, no había nada mejor que los fomentos con agua fría"
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